No me molestaría trotar
desnuda
en el campo mientras
la noche florece en mi torso
y el día sigue siendo
el excremento de los rebaños.
No me molestaría mascar
la hierba
y entrar al establo
que no buscaba
que dice mi nombre.
Sería conveniente chillar
después de haber triturado
a mis crías
para evitar el malentendido
y seguir
relinchando
la visión de la ira.